jueves, 16 de junio de 2016

A la deriva


El tiempo pasa y pasa
y él sigue anclado allí.
Se siente envejecido
y como anciano solo
a quien nadie llega a visitar.
Sólo gaviotas, 
y las olas saladas del mar
a quienes el viento empuja y estrella
contra su cuerpo endeble
que parece ya no resistir.
El viento es tan fuerte,
ya siente que se mueve.
La tormenta lo zarandea
de aquí para allá
hasta que se libera el ancla
y se va a la deriva
¡quién sabe a dónde
habrá ido a parar!
Quizá lo frenó alguna
playa de arenas doradas,
y allí habrá terminado
 su loca carrera
y será su nuevo hogar…
¿para siempre,? ¡quién lo sabrá!
También puede haberse quedado
dormido…en el fondo del mar.

NOCTURNO




Sonámbulo, el viento,
obliga a golpearse a las persianas
de mis ventanas.

Tiemblan los vidrios,
una cortina audaz, se escapa no la dejo,
aunque ella quiera ir a bailar,
porque el timbó,
está tocando sus castañuelas…

Pétalos como besos en el cantero
juegan a girar abrazados,
y con rayos de luz en el cielo,
los cipreses escriben palabras de amor.

Noche de luna llena.
En la tierra se empantanó el agua
y los reflejos son redoblantes silenciosos
en tambores negros como la misma tierra.

La llamada silenciosa convoca
y los truenos suenan en lonjas estremecidas
y medio mundo escucha el resonar del tiempo.