El estadio era un tupido y colorido mapa al que el sol sacaba brillos, el aire repetía sonidos, murmullos,
comentarios y silencios. La expectativa era como un animal prehistórico
estremeciéndose cada vez más.
Llegó la hora y la ansiedad se acrecentó al ver entrar
las hileras de jugadores pisando aquel verde césped, sobre el que ocurrirían
todas las cosas, buenas y malas de aquella tarde. En cada pecho palpitante la
esperanza se mantenía alerta.-
Calentamientos, formaciones, protocolos y…empezó el
partido!
Cada corazón palpitante, pendía de un hilo de cada pie
de los jugadores, de cada cabeza, de cada camiseta…
Choques, patadas, codazos, zancadillas, jugadas limpias y más de las otras, ante los
chiflidos y descargas verbales del público para la cancha y para los
adversarios que chiflaban y aplaudían.
-¿¿¿¿¡¡¡¡ Cuándo van a hacer gol Papá????!!!,
preguntaba el niño a su padre…
- ¡¡¡No lo sé….¡ maldita sea!!! Rezongaba el padre
El 0 a
0, capeaba el doble temporal: la hinchada…. y el tiempo que descontento, cargó
de nubes el cielo tendió su toldo, convocó a los truenos y rompió a llover.
Un jugador desconocido irrumpió en la escena del juego
iluminado por las descargas; pateó de
un arco al otro y el marcador se abríó.- 1 a 0 ¡¡¡Por fin un gol!!!! La multitud
ululaba….¡¡¡ ¿quién lo hizo?...!!!.
No se pudo saber. En su sitio, quedó sólo su camiseta
Nº? 0